Independientemente de todas las variables que se den una situación de supervivencia, siempre está nuestra mente como eje de acción y reacción, y debemos ser conscientes de que nos vamos a afrontar a una situación excepcional, prorrogable en el tiempo y con dificultades, para que nuestra fortaleza psicológica no decaiga, independientemente de los conocimientos para sobrevivir y condición física que poseamos.
Se debe tener presente en todo momento la actitud de sobrevivir, de seguir adelante pase lo que pase, se presenten las dificultades que se presenten. Pensar que todo depende uno mismo, incluso la superación de las dificultades y la propia supervivencia.
Hay que mantener la calma y no dejar que nos invada el miedo, la desesperación o el pánico. Para ello y como norma general, debemos tener ocupada la mente buscando alimento, construyendo un refugio, inspeccionando los alrededores o hablarse así mismo, ya que en la mente puede comenzar una espiral de pensamientos y sentimientos que nos pueden influir negativamente y controlar nuestras emociones para mantener nuestro ánimo estable.
Aunque algunas sensaciones son inevitables y naturales, en cierto grado y sin llegar a extremos, el miedo (que no pánico) y estrés mantendrán nuestro cuerpo con un estímulo energético, atentos y pendientes de lo que nos rodea. Sin embargo, también debe tener lugar la reflexión para la toma de decisiones en base a nuestros conocimientos y lógica, y por supuesto el descanso, puesto que el sueño relaja y reconstituye a nivel físico y psicológico.
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